miércoles, 13 de enero de 2010

De Courbet a Javier Arce




Desde la primer vez que se expuso en un Museo de Paris la obra que por entonces no tenía título, de Gustave Courbet, pasando por las habituales imágenes más consumidas, hasta obras actuales como esta de Javier Arce, artista cántabro. Todas ellas versiones de la orignal " el origen del mundo ".

El origen del mundo (L'origine du monde) es un cuadro realizado por Gustave Courbet en 1866. Es una pintura al óleo sobre lienzo, de unos 55 cm por 46 cm, que representa en primer plano un pubis femenino, el de un tronco de mujer desnudo, reclinado sobre las sábanas de un lecho y que tiene las piernas separadas. La escala, el encuadre y el punto de vista elegidos por el artista supusieron una radical novedad respecto de toda la tradición pictórica anterior, produciendo en el espectador una fuerte impresión de sensualidad y erotismo.

Propietarios discretos

L'origine du monde (nombre que no se le atribuyó hasta comienzos del siglo XX) fue adquirido por el anticuario Antoine de la Narde en la subasta que se realizó en 1868. Sus andanzas posteriores son en cambio poco claras. Edmond de Goncourt lo vio por primera vez en 1889 en la tienda de un anticuario, oculto tras un panel en el que estaba pintado un castillo en medio de un paisaje nevado. Se trata de otro cuadro de Courbet, Le château de Blonay, pintado en 1874-77, de 50 cm por 60 cm. El conjunto reapareció en 1913 en la Galería Bernheim-Jeune de París, sin que se sepa cómo llegó allí. También exponía allí cuadros propios el barón húngaro Ferencz Hatvany, quien compró los de Courbet. Hatvany los llevó a Budapest, donde permanecieron hasta la segunda guerra mundial, cuando la Wehrmacht se apoderó de ellos. Terminaron sin embargo en manos del Ejército rojo, quien se los devolvió a su legítimo dueño. Hatvany trasladó su residencia a París en 1947 y en 1955 Jacques Lacan adquirió de él L'origine du monde.

Lacan llevó el cuadro a su casa campestre La Prevoté en Guitrancourt, pero lo ocultó también, esta vez bajo una composición realizada exprofeso por André Masson, cuñado de la que sería su mujer, Silvia. También mantuvo oculta su condición de propietario del cuadro. Por último, tras la muerte de Lacan en 1981, L'origine du monde pasó a ser propiedad del Estado francés en pago de los impuestos sucesorios. Desde 1995 se expone en el Musée d'Orsay de París junto con otras obras de Courbet.

A plena luz del día

Tras más de un siglo de vida vergonzante, L'origine du monde goza por fin del puesto que merece. Pero incluso bien avanzado el siglo XX seguía resultando amenazante; puede que las circunstancias de su concepción inicial, como destinado a una contemplación privada, le sean consustanciales.

Los comisarios de una gran exposición retrospectiva de Courbet realizada en París en 1977 no se atrevieron a exponerlo, a pesar de estar disponible. Sí se incluyó, en cambio, en otra similar celebrada en Nueva York en 1988. Y cuando empezó a mostrarse en el Museo de Orsay se colocó inicialmente una vigilancia especial en la sala, por temor a las reacciones del público. Todavía hoy causa asombro e incredulidad a los no iniciados.

Dos escuelas contrapuestas

En la segunda mitad del siglo XIX Ingres ya era una persona muy mayor, perfectamente integrada en el sistema, siendo presidente de la Academia Francesa y ocupando cargos públicos. También era el jefe de la escuela clásica de pintura, caracterizada por su idealización de las formas. Manet y Courbet en cambio representaban la rebeldía juvenil contra ese alejamiento de la realidad y se consideraban más cercanos al pueblo. Ambos escandalizaron a sus contemporáneos con sus desnudos, el primero con su Olimpia y el segundo con El sueño y otras obras sensuales, que sin embargo hoy resultan bastante académicas también. Courbet era tenido y se tenía a sí mismo por el adalid del realismo.

Y sin embargo lo que llama la atención de L'origine du monde no es su realismo, más bien tenue. Aunque la textura carnal sea perfecta (y era el punto fuerte de la pintura de Courbet), la representación de la vulva (que es el punto focal del cuadro) no es mucho más realista que si se tratase de la clásica hoja de parra. Para convencerse de ello basta compararla con las litografías eróticas que se habían popularizado en Francia cuarenta años antes, como las de Achille Devéria o Nicolas Maurin, que no tienen ninguna pretensión realista. Incluso hay un dibujo en los cuadernos de apuntes póstumos de Ingres (realizados en cambio en su juventud) que representa a una Femme nue allongée sur un lit cuya parte central es casi idéntica a L'origine du monde. Y sin embargo resulta mucho menos chocante y provocador que éste, fundamentalmente porque la mujer está representada de cuerpo entero y la escala es por tanto menor, ofreciendo una perspectiva más habitual. Los espectadores de su tiempo ya lo percibieron así, pues lo que se criticó fundamentalmente del cuadro fue la brutalidad del cercenamiento de piernas, brazos y cabeza (así Du Camp), forzando al espectador a situarse en un punto de vista inédito en la historia de la pintura. No es imposible en cambio que Courbet hubiese recibido alguna inspiración de la naciente técnica fotográfica (que precisamente por ser técnica no se consideraba arte), pues hay fotos y daguerreotipos previos de desnudos de Auguste Belloc y de Alexis Gouin bastante parecidos.

La opinión de los entendidos

Los hermanos Goncourt en cambio censuraron por igual los desnudos de Ingres y de Courbet, aunque estuviesen situados en polos estéticos opuestos, como traiciones al arte tradicional por su prosaísmo, contrario al primado de la fantasía que propugnaba Charles Baudelaire. En los cuadros de ambos se representaba a mujeres corrientes, parisinas de su época (como en los de Manet), reconocibles incluso como de mala vida, y no alusiones a las divinidades del pasado. No eran los personajes de una idea temática, sino las modelos utilizadas para pintarlos.

Delacroix, admitiendo su destreza técnica, criticaba a Courbet por su desenfado y descuido al conjuntar las partes de sus obras (como el primer plano y el fondo) en busca siempre de recursos efectistas, en detrimento de la armonía total.

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